jueves, 7 de julio de 2011

Solo me quedan estas alas













Solo me quedan estas alas;
Dejé atrás toda espuma de marea;
Siento libertad para aferrarme a la belleza
Y éste alivio en mi cabeza.
No he vencido, ni he triunfado,
más llevo una sonrisa de trofeo...

miércoles, 1 de junio de 2011

REENCUENTRO

Hacía tiempo que no te veía, que no escuchaba tus sonidos, que no sentía el aroma que te distingue del resto. Hacía tiempo que no te tocaba.
Tal vez año y medio sin siquiera tener la intención de acercarme a vos; y para entonces nuestros encuentros ya eran fugaces.
Anduve muchos caminos en este tiempo, caminos que parecían cada vez más lejanos del tuyo.
Casi te recordaba como si jamás nos hubiéramos pertenecido, como si lo nuestro hubiera sido uno de esos errores del destino.
Y hoy algo me llevó otra vez a buscarte, una de esas causalidades que nunca se esperan.
Acudí a tu encuentro con ese temor de ya no ser los mismos de antes, y desconocernos, como si la distancia y el olvido pudieran hacer que todo lo que se hizo por una relación, desaparezca sin dejar rastros. Como si algo pudiera realmente desaparecer…
Así entonces, entusiasmada por volver a verte y con el temor de que no me reconozcas es que levanté tu estuche empolvado, lo coloqué en una silla, lo abrí como si nunca hubiera dejado de hacerlo, te quité la tela que te cubría, te levanté una vez más con cuidado, hice sonar tus cuatro cuerdas y la melancolía y la culpa me vaciaron el alma al sentirte flojo, olvidado, desafinado. Sobre todo porque no sos de los que se dejan vencer fácil, sobre todo al recordar que podían pasar meses sin que te toque y aún así te encontraba en el mismo estado en el que te había dejado. Esta vez fue distinto había pasado más tiempo del que los dos hubiéramos pensado.
Comencé a ponerte otra vez en punto, una tecla del piano por cada cuerda, sin prisa, mi tiempo era ahora el nuestro.
Luego de recuperar cada cuerda su tono, tomé tu arco, noté que era el de siempre aunque lo vi distinto, no había advertido antes como ahora, sus crines manchados como las manos de un viejo. Lo ajusté un tanto y con la delicadez con la que un danzante antes de la función estira cada músculo, coloqué resina en toda su extensión.
Ya había ocurrido, ya nos habíamos reconocido, ahí habías estado todo ese tiempo, ahí había estado yo.
Coloqué el desgastado soporte en tu espalda, y una vez más te puse sobre mi hombro izquierdo, y mi mentón sobre aquella extraña mentonera a la que ambos tuvimos que adaptarnos ¿te acordás? Sentí otra vez el aroma de tu madera, siempre mezclado con el mío. Reconocí tu sonido al pasar el arco por tus cuerdas. Retoqué la afinación hasta que nadie pudiera imaginar que estuviste con polvo, olvidado en un rincón de la pieza.
Y ahí estábamos los dos, como si el tiempo no hubiera pasado y fuéramos aquellos que solíamos ser juntos. Mi corazón estallaba de alegría porque otra vez pudimos sacar música de una partitura que nunca habíamos tocado. Si, mis dedos recordaban cada milímetro donde debían tocarte para hacerte sonar lo mejor que he podido. Debí confiar más que nunca en la sabiduría de mis propias manos. Descubrí al tocarte que una parte de mí siempre estuvo contigo, y que vos te habías quedado igualmente silencioso en la memoria de mi cuerpo.
Ambos teníamos ahora mucho más por decir, más por entregar; y sentimos, y nos alegramos, y festejamos, por ser aquellos de siempre y estar juntos, sacándonos música, deteniendo el tiempo una vez más.



jueves, 5 de mayo de 2011

Días aquellos

Hay días en los que sucede algo inesperado
Días que no parecen terrenales, nada ni nadie lo son.
No se anuncian, solo llegan; sutiles, amables, casi imperceptibles.
Como si se asemejaran más a un amanecer que a una noche,
porque aún cuando ya está oscuro, sentimos el calor de las estrellas
Son días de confianza y perdón,
Son días de entrega y gracia
Días en los que una seductora fe nos invade.
Y hay que estar atentos, agradecerles su visita,
Porque así como llegan se marchan.
Como habiendo cumplido una misión,
La de recordarnos lo importante,
O tan solo, que aunque dejemos de esperarlos, volverán.

martes, 26 de abril de 2011

El verdadero arte de amar

Dedicado al plomero que luego de hacerme mal el trabajo y cobrarme carísimo, por tercera vez me dejo esperándolo (ya no vuelve)

Un cariñoso afecto para él por haber inspirado estas líneas.

La mierda genera más mierda, es lo que sucede cuando uno, que vive, estudia, trabaja por un mundo mejor, se cruza con alguien que no sabe ni le interesa saber porqué vive.
Éste último generalmente tiende a irritar al uno con sus actitudes irrespetuosas, desafiantes y a veces sencillamente estúpidas.
El primero entra en cólera porque por sobre todo, NO COMPRENDE la actitud del segundo, y el último sigue su vida como si nada, acostumbrado a recibir el enojo de ciertas personas que claro, le importan un pito.
El uno siente explotar de impotencia y bronca, y se lo trasmite a cualquier ser humano que haya tenido la suerte de cruzársele en el camino, con la falsa esperanza de que al ser comprendido, su enojo así como vino desaparezca (como el plomero).
Lo cierto es que al trasmitírselo al tercero, es como si el primero continuara alimentando esa fiera interna que está mostrando todos sus dientes, su tono de voz se eleva aún más, su corazón se acelera, su tensión muscular llega a un punto que parece fuera a reventar y su imaginación (si la tiene) viaja a la velocidad de la luz tratando de explicar la actitud de este ser que no puede ser humano.
El tercero que la juega de oyente revive situaciones similares y de alguna forma influye en su día, ese que pudo ser mejor. Y así es como la primera mierda chiquita, se va haciendo una expansiva ola de cacas y flatulencias de todas las variedades conocidas y por conocer.
Y yo, aunque no pertenezco a ninguna agrupación que tenga por objetivo salvar el mundo, comparto con el resto de la gente el desagrado hacia la caca, sobre todo si esta se descontrola y abunda hasta llegar a apropiarse de mis ideas, e imponerme las suyas y comenzar a oler igual de repugante ¡Eso sí que no!
Por ello he decidido que cuando crea tener una al frente, contaré hasta diez muy lento, trataré de identificarla ¿es mía?, ¿de él/ella?, ¿a qué huele?, ¿cómo llegó allí?, luego, tapándome la nariz, haré con ella lo más conveniente para que regrese a su estado natural de inofensivo abono mal oliente, y deje de creerse mucho más que eso.
Creo que a fin de cuenta los que se cagaron en uno, como cualquier niño que se porte mal, pide a gritos silenciosos que éste uno esboce una sonrisa esperanzada, se limpie cuidando de no ensuciar a ningún tercero, y sentados junto a un rico sahumerio de aroma apacible, uno y otro se den un tiempo para compartir por ejemplo un café, o mates, con pan casero o torta frita, ¡o criollitos con manteca y azúcar!

viernes, 18 de marzo de 2011

Plegarias de una niña


Que no me digan que los políticos,
Que no me hablen de los cambios climáticos,
Tampoco del terrorismo de ningún lado,
Ni bombas nucleares, ni repentinas epidemias,
O de ese infierno esperando por quemar almas descarriadas
Que no me hablen en voz alta, ni en televisión, ni en diarios.
Mejor que me susurren su fe en la vida,
Que me canten la belleza de la sonrisa o de una tristeza,
Que me abracen sinceramente hasta destruir la barrera de la indiferencia,
Que me convenzan que la maldad es solo
La cara visible del miedo.
¡Que no me dejen tener miedo! Porque no quiero dañar a nadie,
No quiero envidiar, siquiera echar mal de ojo a una mosca,
Ni comer comidas rápidas, y morirme de a poquito mientras la repito
¡Que no me digan la peor mentira!
Que los buenos y los malos,
Que el éxito y el fracaso…
¡Que al menos una cosa puedan enseñarme!:
Que “La vida es bella” aún cuando los nazis,
A pesar de las armas y la miseria,
Todavía aunque los geriátricos y la mediocridad,
Aún con la existencia de la peor creación del hombre:
El MIEDO, ese monstruo capaz de lo más horrible,
Encubierto con caretas cuando se siente con control de la situación,
Pero feroz y patético cuando ve aproximarse un cambio.
Que no me traten de convencer que solo algunos sienten miedo,
Que los demás somos todos víctimas…
Que si por algo deban reprenderme, ¡que sea por temerosa!
A los fantasmas debajo de la cama, o a los de la mente,
A los payasos, o los ladrones,
A los poderosos, o al pueblo buscando un cambio,
Si, que me repitan hasta que amarre
Que todo cambio es favorable, como la misma muerte,
y lo único que mata la vida de los vivos es huirles y condenarlos,
(Por las dudas se les ocurra permanecer en la esperanza de la gente)
Que me vengan siempre con la verdad,
Que a Cristo también lo mató el miedo de los opresores
Y el de los mediocres, como al Che.
Que los santos, los héroes nacionales y universales
¡y hasta Maradona!
No se hicieron yendo a misa,
Pretendiendo ser buenos y merecedores de admiración,
¡Sino siendo valientes!
Que nadie mata un ideal si no teme por sus consecuencias,
Que nadie mata la vida, si no le teme a la muerte.
Por favor, que me enseñen a recurrir a la fe,
Y así no tener que acudir a una careta para sonreír,
A una película para llorar,
Una clase de alguna teoría para reflexionar,
Una caminadora para caminar,
La perfección para la voluntad,
Un buen orador para creer en algo,
Un espacio cibernético para expresarme,
Una orquesta sinfónica para disfrutar los sonidos,
O una pantalla para mirar, una explosión de sabores para poder degustar,
ni un felpudo para tocar.
Que me muestren luz en la oscuridad
Así no tendré que aferrarme
A ninguna especie de adicción para poder soñar.

viernes, 11 de marzo de 2011

Hoy Japón


Hoy hubo un terremoto en Japón, como no saberlo, tal vez ya haya personas investigando cómo mantenernos informados mientras dormimos.
Hoy las grandes cadenas informativas son como aves de rapiña, o no, éstas al menos son necesarias en la ciclo de la vida. Los medios de comunicación masivos son aún más desagradables porque no solo se alimentan de muertes ajenas, sino que gozan de mostrarnos sus restos y padecimientos a todos los que aún vivimos.
¿Por qué son ellos quienes eligen con qué imagen deberé comenzar mi día?
Hoy elijo no quedarme con esta imagen, ni con la cada vez menos creíble expresión de horror cuando surge como conversación obligada del día.
¿Qué es más horroroso, una muerte masiva a causa de la naturaleza, o que por saberlo del modo que se nos muestra, los que aún seguimos vivos perdamos la fe?
Yo aún sigo viva, lo sé porque respiro, porque puedo mover y sentir cada parte de mi cuerpo, porque me sonó el teléfono y alguien me preguntó si estaba bien.
A pesar de las imágenes en la tele, internet, los diarios del día de hoy, que serán muy parecidas seguramente por mucho tiempo más, yo elijo Ser por aquello que me hace sentir viva, sabiéndome pequeña pero no por eso menos importante, porque soy parte de un todo, al que solo los que aún vivimos podemos darle un sentido.
No le temo a la muerte, del cualquier modo que se presente, si a algo debiéra temerle tendría que ser a la falta de esperanza.

martes, 8 de marzo de 2011

El Mural


Ayer vi esta película, si bien me pareció fantástica, al terminar de verla me sentí con la necesidad de bañarme, me sentía sucia por el solo hecho de tener un cuerpo femenino.
Y pensé, ¿Por qué cuando se quiere mostrar una imagen de promiscuidad en el cine, siempre resaltan el cuerpo femenino? ¿Por qué ante una situación de promiscuidad entre dos sexos opuestos, nos queda esa sensación de asco hacia la mujer, y una de indiferencia hacia el hombre?
¿Cuánto daño social y personal nos habrá hecho el sentir que tenemos un cuerpo susceptible a ser tratado como la razón de las debilidades humanas? ¿Tanto habrán influído ciertas religiones en nuestra cultura?
¿Por qué después de ver esa película (que me gustó muchísimo), sentí culpa y vergüenza por tener un cuerpo de mujer?
Ojalá podamos empezar por devolverle al cuerpo femenino la inocencia que le robaron. Tal vez después de esto se nos escuche y respete un poco más. Tal vez, incluso, a tantos que hoy les cuesta ver una mujer con poder, puedan quitarse ese velo.

lunes, 24 de enero de 2011

La Muerte



Una tranquilidad extraña me envolvió esta tarde,
aún sin saber porque, mi cuerpo quería llorar
Un sentimiento de tristeza o angustia
por todo lo que no es, y quiso ser
me hizo comulgar con esta tierra que me parió
sin advertirlo el mundo y yo volvíamos a ser lo mismo,
Tan simple y tan hermoso que deseaba agradecer
No sé a quién, tal vez a mi misma el poder respirar.
De algún modo la muerte ajena
en ese instante que se presenta,
parece regarnos con la savia del ser querido
a quienes sin saberlo vamos dejando secar la propia;
Nos conmueve tan profundamente
como la mejor obra de arte,
mostrándonos belleza donde habíamos olvidado.
Y recordándonos que
cuando se muere lo hacemos todos,
igual que cuando se nace.

Un momento para respirar…













Todo lo que transcurre no me da tiempo,
todo lo que sucede, lo hace tan velozmente
Que no me da tiempo a respirar,
Que no me da tiempo a suspirar
Pienso, actúo pero ya es tarde,
Todo ocurre, y yo no quiero
Lo que pasa no puedo evitarlo
Cuando ocurrió ya no sé qué hacer
Solo puedo saberlo, pero no evitarlo
Y el mundo sigue girando, y mis latidos no tienen espera
Y tan solo quisiera que hoy pare… no mis latidos,
No mi respiración, solo quisiera que el mundo pare
Y acercarme a vos lo suficiente para poder
Abrazarte, y decirte que te entiendo
Y que nunca estarás solo.

¡Gracias Argentina por el mate!



Cuando uno decide aventurarse en un país lejano, es conveniente estar abierto a conocer y entender nuevos amigos, nuevas comidas, (y bebidas), nuevos paisajes, nuevas culturas. De lo contrario puede suceder que todo esto nuevo lo conviertan a uno en un personaje amargado y ridículamente melancólico, que piensa en el regreso a su país, como el regreso a la felicidad, al vientre materno…
Esto es algo que debo recordar a diario, ya que tiendo a ser de esas últimas. Afortunadamente conocí en México varios argentinos que corrieron mi misma suerte. Con ellos cada tanto nos ayudamos a objetivar nuestros desvaríos nacionalistas, que finalmente no son más que la forma que toman nuestros deseos por huir de tantas caras ajenas.
Cuando uno decidió aventurarse en un país lejano, y ya ha cumplido años en él, comienza a entender que le ha ganado al temor, pero que aún le queda aprender a disfrutar del triunfo, entender que es tiempo de soltar la rama para darse cuenta que tenía alas y podía volar.
En medio de todo este proceso, en el que los aprendizajes no dan respiro, (al punto de pensar que tampoco fue una elección propia el aventurarme, sino otra lección de la vida… uff), cuando uno se encuentra en otro país, siente la enorme necesidad de mostrarle a la gente todo aquello que en el suyo era cotidiano, y que solo estando lejos pudo entender lo significativo que le resultaba.
Para un argentino, un ejemplo claro de ello es el mate. Aquella bebida calentita que acorta cualquier distancia entre dos personas o más, que sin hablar nos hace decir: “compartamos”, “gracias”, “yo cebo: yo te sirvo”, “charlemos”, “vivamos una tradición”, “nos sintamos parte de algo” aunque desconozcamos bien de qué…
¡Cómo disfruto ese momento en el que me decido a poner la pava y esperar que el agua llegue a su punto justo para una mateadita! Antes de eso ya estoy sintiendo el cálido sabor en mi boca. No sé para los demás, para mí, ese instante en el que coloco la pava al fuego es como decir ¡vamos, ánimo para lo que sigue, que sigue habiendo cosas lindas para amar la vida!
En casa, en Córdoba capital, esto casi sin advertirlo habíase convertido en un ritual con mi mamá y mis tres hermanos luego de almorzar para prolongar un poquito más esa sobremesa (cosa que tampoco nos decíamos con palabras), y cuando algún pariente o amigo andaba de visita a esa hora, poner la pava era decir “miren, esto no termina acá, aún podemos seguir compartiendo”
El mejor mate me lo cebaba la mamá de mi mejor amiga, aún no sé cuál era su secreto, siempre tenía como una espumita verde y un aroma a peperina que no necesitaba más promoción que ella misma para aceptarse luego de una tarde de juegos o estudio. Además con bastante azúcar, lo que lo convertía en un mate ideal para niñas que todavía no habían aprendido a disfrutar del gustito amargo de la vida.
En fin, medio año en México, clase de lectura en el conservatorio de música de Toluca, la profesora describiendo como iban a plantearse sus clases: tertulias, un libro semanal leído para compartirlo en ronda, y las palabras claves: “…pueden traer café, galletas o lo que les apetezca, menos tequila, claro…” Una imagen en seguida se me vino a la cabeza: conservatorio de música en Córdoba, clase de qué se yo, (eran varias), compañero uruguayo y su infaltable equipo de mate, mate de esos bocones, sensación general: ¡Mucho mejor asistir a clase si hay mate!
Me apuré a comentar lo que yo llevaría: “Yo voy a traer el mate”, inmediatamente luego de percibir sus caras de desconcierto y desconfianza, dije, es una infusión típica de argentina.
La reacción más esperada (porque ya me había sucedido antes), fue luego de decir la palabra “yerba”, todos la relacionaron con “hierba”, y a partir de ese momento comenzaron a hacer sus chistes, ofrecer otras cosas para traer a clase y demás.
Luego me preguntaron, insistentemente, qué debían traer para poder tomarlo, y después de varios intentos por explicarlo, entendieron que yo solo llevaría UN recipiente para todos y no hacía falta más, (aunque todavía me fui viendo caras de desconcierto).
Me fascina escuchar a la gente y aprender de ellos, por lo que supuse que a ellos también les pasaría lo mismo, entonces me dispuse a investigar lo más posible respecto al mate, ya que en mi país yo solo lo tomaba y no tenía la más remota idea de su historia, ni su elaboración.
Busqué fotos en internet de distintos tipos de mates, tallada solo su calabaza, de plata, de pesuña de vaca, de madera, de bocas anchas o pequeñas, con o sin base. De la misma forma las bombillas.
Conseguí una foto de la planta el “Ilex paraguariensis”, investigué sus propiedades, su historia, y mira vos che! Cuantas novedades para mi también!
Llevé mi equipo con tres mates, tres bombillas diferentes y las fotos, ah! También llevé fotos de gente tomando mate de varios estratos sociales, edades y géneros (para convencer a mis compañeros de que no era algo que solo yo y mi familia tomábamos)
Que placer difícil de explicar el entrar a la clase con mi equipito, sabiéndome acompañada por mis tradiciones y el agüita calentita lista para unos verdes.
Me senté en la ronda, y a medida que todos se iban ubicando, comencé a hablarles del mate, lo fui cebando, mientras las fotos daban vueltas por la clase les hablé de cómo preparar un buen mate, aunque aclarando que a todos nos sale distinto, (y en mi caso me salen siempre cortos) Que puede ser dulce, amargo, con o sin yuyos, aunque en mi provincia se aprecia la peperina y dicen que evita la acidez; del gracias para que ya no le ceben más; del agua justo antes de hervir, y qué se yo cuantas otras cosas que todos sabemos por allá sin saberlo.
Lo cierto es que las dudas de mis compañeros resultaron ser un poco más simples de lo esperado, ¿qué es la bom.. bom.. bombilla?? ¿Cómo se llama ese “popote”? (traducción: pajita). Una compañera más refinada y mayor que el resto, se animó a preguntar lo que parecía que todos dudaban… ¿Todos debemos traer nuestro popote, verdad????? En ese momento, noté que el mate nos había quitado al menos un prejuicio a los argentinos, sin saber si eso era realmente algo bueno, al menos llamativo.
Más tarde costo un poco hacerles entender que el recipiente se llamaba mate y la yerba, yerba mate ¡no sé porqué!.
Al probarlo por primera vez, la sorpresa era mía, porque teniendo en cuenta que habían pasado al menos dos horas desde que puse el agua en el termo (el cual no es de los mejores, y no la mantiene caliente por mucho tiempo), los mexicanos se quemaban con el “popote”, cuando un argentino hubiera dicho “guajjjjj!! Está frío!!!”
O bien, tomaban un sorbo y me lo entregaban, como si fuera una pitada al cigarrillo, cosa que con mi vocación de docente no les permitía, y se los hacía tomar todo aunque tardaran mucho… algunos interpretaban esto literalmente, y colocaban de adorno el mate en su pupitre mientras la clase transcurría y mis ganas de tomar uno me hacían perder la concentración.
Lo que más me costó hacer que entiendan, es que no hay ninguna, ¡pero ninguna! necesidad de remover la bombilla, cosa que todos instintivamente hacían al recibirlo, mientras yo veía como todo mi humilde, pero no por eso menos voluntarioso, arte del cebado, se iba al demonio.
Y bueno, así transcurrieron las clases de lectura, con mate y galletas de por medio (a veces papas fritas enchiladas… tal vez el menos apropiado de los intercambios culturales. Un compañero que solía tener problemas con el alcohol, ahora parecía tenerlos con el mate. Si bien todos se parecían en lo tímidos, éste no titubeaba ni una vez para (casi exigirme) otro mate. Otros luego de un rato de no tocarle el turno, por lo bajo me lo pedían, otros tantos no decían que les gustaba, pero también lo tomaban, y algunos poquitos llegaron a decirme gracias.
Debo sincerarme y decir que no a todos les gustó, incluso intuyo que la profesora hacía un esfuerzo admirable cada vez que le tocaba el turno, para no decirme que no. Claro, con el tema de la influenza, gripe porcina, gripe A, o la porquería que sea, descubrí la fobia que la pobre sufría por las enfermedades de contagio.
Lógicamente ese fue el final del mate para varios de mis compañeros, ya que al menos que le hiciéramos agujeritos a los barbijos, lo cual no resultaría tampoco muy razonable… la bebida espirituosa dejaría de ser una posibilidad.
Debo decir que a partir de ese momento, volvió a serme pesado presenciar esas tertulias, sentí como que algo nos había vuelto a alejar. ¿Qué otro misterio esconderá el mate?
¡Al menos yo tengo mi peperina y mis yerbas regaladas por todo familiar o conocido que viaja! Aquí se consigue solo una marca medio fuerte para mi gusto, pero justito ahora que se me estaban acabando las reservas, conocí una correntina que sin saberlo me trajo de regalo una de las buena, Esa es pa´ compartir con ella y la gente linda nomá!
¡Abrazos desde Toluca, México para todos los paisanos! y ¡Gracias Argentina por el mate!

El Principito y la Rosa




El principito ¿hombre?, la rosa ¿mujer?.
Si para él, ella representa el verdadero amor, por quien vale la pena “perder” el tiempo, porque más allá de saber de la existencia de otras rosas, ella es su responsabilidad; ¿qué es para la rosa el principito? Una compañía, y una responsabilidad también.
Si una mujer representa una rosa que embellece el planeta del ser que la ama (o el hogar de una familia), ¿qué necesita para no dejar de ser “bella”? Sabemos que tan solo los cuidados externos que su “marido” pueda brindarle, con todo el amor posible, no es suficiente. Ella necesita cuidar su esencia, y así como el principito cuida su planeta, ella no debe abandonar el propio. Como relata el cuento, la rosa debe aprender a soportar las orugas si quiere conocer las mariposas, y tolerar el frío de la noche, porque su naturaleza se lo posibilita. Entonces ¿no entregarse a la tentadora comodidad que ofrece un marido, a veces confundido?
¿A qué se refiere el principito con “la rosa” a una persona, o aquello que nos hace importantes, nuestra esencia?
Cuidar la rosa, ¿es cuidar nuestra esencia o cuidar a alguien más?
¿Es primero el amor a uno mismo para luego el amor a los demás, o al revés?
¿Es el aprender a amar a los demás lo que me ayuda a amarme a mi misma?
¿Es el amor algo que para ser, debe ser recíproco, y en qué radica esa reciprocidad?
¿Radica en decidir “perder” el tiempo juntos, o en cuidarse mutuamente?
¿Será que debemos cuidar lo más débil del otro, que no es siempre lo mismo que el otro debe cuidar de nosotros?
¿Qué sucede cuando, lo más fuerte en mí no tiene quién lo cuide y por ello se debilita?
¿Soy yo misma en ese caso mi rosa?
La rosa florece sola, pero vive gracias al cuidado del principito, ¿qué sucede con la esencia del principito? ¿No la pierde al embelesarse con la rosa? ¿No deja de ser él mismo? Tal vez no si sigue cuidando también su planeta.
Por otra parte ¿Debe elegir cuidadosamente cada uno qué flor cuidar? ¿Acaso hay una en especial para todos? O será simplemente la que la vida te haya presentado.
Entregar tu vida… tal vez a eso se refiera.
Creo que esto no significa olvidarse de uno, el principito también cuida cotidianamente de su planeta además de su rosa, sabe que hay otras tan o más bellas que ella, pero solo se siente responsable por ella.
¿Qué es ser responsable por algo? Es darle un sentido coherente a nuestra existencia. Cuando a un niño le encargan que se responsabilice por su cuidar de su perro, él se siente valioso, su vida cobra valor porque tiene la posibilidad de trascender sus límites, salirse de su ego, esa cárcel lujosa y dorada que nos hace creer que somos solo de allí. El niño necesita volver a Ser con lo que lo rodea, y así se siente pleno.
Los adultos creemos que alimentando nuestro ego seremos plenos. Por ello buscamos títulos, reconocimientos, aplausos, amigos virtuales, apariencias, éxitos. La soberbia, el pecado favorito del demonio según la película del abogado del diablo.
¿Qué pasa cuando damos pero no sentimos recibir? ¿Qué cuando notamos que nuestra rosa es egoísta, y que no será ella quien satisfaga nuestro ego, o quien “nos conduzca a nuestra esencia”, porque es solo una rosa, y las rosas no ayudan, solo se muestran?
¿Es en ese momento cuando debemos decidir buscar algo más que no sea una rosa, alguien que sí complazca nuestras ansias de sentirnos valorados? O es tal vez el momento para entender que los demás no deben sernos útiles para nada, que el sentirnos valorados no es tan importante como el sentir que valemos.
Tal vez es momento para admitir que una parte de nuestra se fue con la rosa, y que esa pérdida debe comenzar a ser consciente y convertirse así en un acto de verdadera generosidad.
Es momento quizás de creer en los demás, de creer en la vida, en que aquello que se nos presentó tentador y nos hizo olvidar quiénes éramos y qué queríamos de nuestra vida, no fue un descuido de nuestra parte, no fue tampoco obra del mal que habita en el universo, sino simplemente la oportunidad de aprender a amar verdaderamente, sin temores, sin cuidado, porque mientras cada uno cuide su planeta nos sentiremos libres para amar a quién sea.
Dejar ser, permaneciendo al lado…