viernes, 18 de marzo de 2011

Plegarias de una niña


Que no me digan que los políticos,
Que no me hablen de los cambios climáticos,
Tampoco del terrorismo de ningún lado,
Ni bombas nucleares, ni repentinas epidemias,
O de ese infierno esperando por quemar almas descarriadas
Que no me hablen en voz alta, ni en televisión, ni en diarios.
Mejor que me susurren su fe en la vida,
Que me canten la belleza de la sonrisa o de una tristeza,
Que me abracen sinceramente hasta destruir la barrera de la indiferencia,
Que me convenzan que la maldad es solo
La cara visible del miedo.
¡Que no me dejen tener miedo! Porque no quiero dañar a nadie,
No quiero envidiar, siquiera echar mal de ojo a una mosca,
Ni comer comidas rápidas, y morirme de a poquito mientras la repito
¡Que no me digan la peor mentira!
Que los buenos y los malos,
Que el éxito y el fracaso…
¡Que al menos una cosa puedan enseñarme!:
Que “La vida es bella” aún cuando los nazis,
A pesar de las armas y la miseria,
Todavía aunque los geriátricos y la mediocridad,
Aún con la existencia de la peor creación del hombre:
El MIEDO, ese monstruo capaz de lo más horrible,
Encubierto con caretas cuando se siente con control de la situación,
Pero feroz y patético cuando ve aproximarse un cambio.
Que no me traten de convencer que solo algunos sienten miedo,
Que los demás somos todos víctimas…
Que si por algo deban reprenderme, ¡que sea por temerosa!
A los fantasmas debajo de la cama, o a los de la mente,
A los payasos, o los ladrones,
A los poderosos, o al pueblo buscando un cambio,
Si, que me repitan hasta que amarre
Que todo cambio es favorable, como la misma muerte,
y lo único que mata la vida de los vivos es huirles y condenarlos,
(Por las dudas se les ocurra permanecer en la esperanza de la gente)
Que me vengan siempre con la verdad,
Que a Cristo también lo mató el miedo de los opresores
Y el de los mediocres, como al Che.
Que los santos, los héroes nacionales y universales
¡y hasta Maradona!
No se hicieron yendo a misa,
Pretendiendo ser buenos y merecedores de admiración,
¡Sino siendo valientes!
Que nadie mata un ideal si no teme por sus consecuencias,
Que nadie mata la vida, si no le teme a la muerte.
Por favor, que me enseñen a recurrir a la fe,
Y así no tener que acudir a una careta para sonreír,
A una película para llorar,
Una clase de alguna teoría para reflexionar,
Una caminadora para caminar,
La perfección para la voluntad,
Un buen orador para creer en algo,
Un espacio cibernético para expresarme,
Una orquesta sinfónica para disfrutar los sonidos,
O una pantalla para mirar, una explosión de sabores para poder degustar,
ni un felpudo para tocar.
Que me muestren luz en la oscuridad
Así no tendré que aferrarme
A ninguna especie de adicción para poder soñar.

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