jueves, 7 de julio de 2011

Solo me quedan estas alas













Solo me quedan estas alas;
Dejé atrás toda espuma de marea;
Siento libertad para aferrarme a la belleza
Y éste alivio en mi cabeza.
No he vencido, ni he triunfado,
más llevo una sonrisa de trofeo...

miércoles, 1 de junio de 2011

REENCUENTRO

Hacía tiempo que no te veía, que no escuchaba tus sonidos, que no sentía el aroma que te distingue del resto. Hacía tiempo que no te tocaba.
Tal vez año y medio sin siquiera tener la intención de acercarme a vos; y para entonces nuestros encuentros ya eran fugaces.
Anduve muchos caminos en este tiempo, caminos que parecían cada vez más lejanos del tuyo.
Casi te recordaba como si jamás nos hubiéramos pertenecido, como si lo nuestro hubiera sido uno de esos errores del destino.
Y hoy algo me llevó otra vez a buscarte, una de esas causalidades que nunca se esperan.
Acudí a tu encuentro con ese temor de ya no ser los mismos de antes, y desconocernos, como si la distancia y el olvido pudieran hacer que todo lo que se hizo por una relación, desaparezca sin dejar rastros. Como si algo pudiera realmente desaparecer…
Así entonces, entusiasmada por volver a verte y con el temor de que no me reconozcas es que levanté tu estuche empolvado, lo coloqué en una silla, lo abrí como si nunca hubiera dejado de hacerlo, te quité la tela que te cubría, te levanté una vez más con cuidado, hice sonar tus cuatro cuerdas y la melancolía y la culpa me vaciaron el alma al sentirte flojo, olvidado, desafinado. Sobre todo porque no sos de los que se dejan vencer fácil, sobre todo al recordar que podían pasar meses sin que te toque y aún así te encontraba en el mismo estado en el que te había dejado. Esta vez fue distinto había pasado más tiempo del que los dos hubiéramos pensado.
Comencé a ponerte otra vez en punto, una tecla del piano por cada cuerda, sin prisa, mi tiempo era ahora el nuestro.
Luego de recuperar cada cuerda su tono, tomé tu arco, noté que era el de siempre aunque lo vi distinto, no había advertido antes como ahora, sus crines manchados como las manos de un viejo. Lo ajusté un tanto y con la delicadez con la que un danzante antes de la función estira cada músculo, coloqué resina en toda su extensión.
Ya había ocurrido, ya nos habíamos reconocido, ahí habías estado todo ese tiempo, ahí había estado yo.
Coloqué el desgastado soporte en tu espalda, y una vez más te puse sobre mi hombro izquierdo, y mi mentón sobre aquella extraña mentonera a la que ambos tuvimos que adaptarnos ¿te acordás? Sentí otra vez el aroma de tu madera, siempre mezclado con el mío. Reconocí tu sonido al pasar el arco por tus cuerdas. Retoqué la afinación hasta que nadie pudiera imaginar que estuviste con polvo, olvidado en un rincón de la pieza.
Y ahí estábamos los dos, como si el tiempo no hubiera pasado y fuéramos aquellos que solíamos ser juntos. Mi corazón estallaba de alegría porque otra vez pudimos sacar música de una partitura que nunca habíamos tocado. Si, mis dedos recordaban cada milímetro donde debían tocarte para hacerte sonar lo mejor que he podido. Debí confiar más que nunca en la sabiduría de mis propias manos. Descubrí al tocarte que una parte de mí siempre estuvo contigo, y que vos te habías quedado igualmente silencioso en la memoria de mi cuerpo.
Ambos teníamos ahora mucho más por decir, más por entregar; y sentimos, y nos alegramos, y festejamos, por ser aquellos de siempre y estar juntos, sacándonos música, deteniendo el tiempo una vez más.



jueves, 5 de mayo de 2011

Días aquellos

Hay días en los que sucede algo inesperado
Días que no parecen terrenales, nada ni nadie lo son.
No se anuncian, solo llegan; sutiles, amables, casi imperceptibles.
Como si se asemejaran más a un amanecer que a una noche,
porque aún cuando ya está oscuro, sentimos el calor de las estrellas
Son días de confianza y perdón,
Son días de entrega y gracia
Días en los que una seductora fe nos invade.
Y hay que estar atentos, agradecerles su visita,
Porque así como llegan se marchan.
Como habiendo cumplido una misión,
La de recordarnos lo importante,
O tan solo, que aunque dejemos de esperarlos, volverán.

martes, 26 de abril de 2011

El verdadero arte de amar

Dedicado al plomero que luego de hacerme mal el trabajo y cobrarme carísimo, por tercera vez me dejo esperándolo (ya no vuelve)

Un cariñoso afecto para él por haber inspirado estas líneas.

La mierda genera más mierda, es lo que sucede cuando uno, que vive, estudia, trabaja por un mundo mejor, se cruza con alguien que no sabe ni le interesa saber porqué vive.
Éste último generalmente tiende a irritar al uno con sus actitudes irrespetuosas, desafiantes y a veces sencillamente estúpidas.
El primero entra en cólera porque por sobre todo, NO COMPRENDE la actitud del segundo, y el último sigue su vida como si nada, acostumbrado a recibir el enojo de ciertas personas que claro, le importan un pito.
El uno siente explotar de impotencia y bronca, y se lo trasmite a cualquier ser humano que haya tenido la suerte de cruzársele en el camino, con la falsa esperanza de que al ser comprendido, su enojo así como vino desaparezca (como el plomero).
Lo cierto es que al trasmitírselo al tercero, es como si el primero continuara alimentando esa fiera interna que está mostrando todos sus dientes, su tono de voz se eleva aún más, su corazón se acelera, su tensión muscular llega a un punto que parece fuera a reventar y su imaginación (si la tiene) viaja a la velocidad de la luz tratando de explicar la actitud de este ser que no puede ser humano.
El tercero que la juega de oyente revive situaciones similares y de alguna forma influye en su día, ese que pudo ser mejor. Y así es como la primera mierda chiquita, se va haciendo una expansiva ola de cacas y flatulencias de todas las variedades conocidas y por conocer.
Y yo, aunque no pertenezco a ninguna agrupación que tenga por objetivo salvar el mundo, comparto con el resto de la gente el desagrado hacia la caca, sobre todo si esta se descontrola y abunda hasta llegar a apropiarse de mis ideas, e imponerme las suyas y comenzar a oler igual de repugante ¡Eso sí que no!
Por ello he decidido que cuando crea tener una al frente, contaré hasta diez muy lento, trataré de identificarla ¿es mía?, ¿de él/ella?, ¿a qué huele?, ¿cómo llegó allí?, luego, tapándome la nariz, haré con ella lo más conveniente para que regrese a su estado natural de inofensivo abono mal oliente, y deje de creerse mucho más que eso.
Creo que a fin de cuenta los que se cagaron en uno, como cualquier niño que se porte mal, pide a gritos silenciosos que éste uno esboce una sonrisa esperanzada, se limpie cuidando de no ensuciar a ningún tercero, y sentados junto a un rico sahumerio de aroma apacible, uno y otro se den un tiempo para compartir por ejemplo un café, o mates, con pan casero o torta frita, ¡o criollitos con manteca y azúcar!

viernes, 18 de marzo de 2011

Plegarias de una niña


Que no me digan que los políticos,
Que no me hablen de los cambios climáticos,
Tampoco del terrorismo de ningún lado,
Ni bombas nucleares, ni repentinas epidemias,
O de ese infierno esperando por quemar almas descarriadas
Que no me hablen en voz alta, ni en televisión, ni en diarios.
Mejor que me susurren su fe en la vida,
Que me canten la belleza de la sonrisa o de una tristeza,
Que me abracen sinceramente hasta destruir la barrera de la indiferencia,
Que me convenzan que la maldad es solo
La cara visible del miedo.
¡Que no me dejen tener miedo! Porque no quiero dañar a nadie,
No quiero envidiar, siquiera echar mal de ojo a una mosca,
Ni comer comidas rápidas, y morirme de a poquito mientras la repito
¡Que no me digan la peor mentira!
Que los buenos y los malos,
Que el éxito y el fracaso…
¡Que al menos una cosa puedan enseñarme!:
Que “La vida es bella” aún cuando los nazis,
A pesar de las armas y la miseria,
Todavía aunque los geriátricos y la mediocridad,
Aún con la existencia de la peor creación del hombre:
El MIEDO, ese monstruo capaz de lo más horrible,
Encubierto con caretas cuando se siente con control de la situación,
Pero feroz y patético cuando ve aproximarse un cambio.
Que no me traten de convencer que solo algunos sienten miedo,
Que los demás somos todos víctimas…
Que si por algo deban reprenderme, ¡que sea por temerosa!
A los fantasmas debajo de la cama, o a los de la mente,
A los payasos, o los ladrones,
A los poderosos, o al pueblo buscando un cambio,
Si, que me repitan hasta que amarre
Que todo cambio es favorable, como la misma muerte,
y lo único que mata la vida de los vivos es huirles y condenarlos,
(Por las dudas se les ocurra permanecer en la esperanza de la gente)
Que me vengan siempre con la verdad,
Que a Cristo también lo mató el miedo de los opresores
Y el de los mediocres, como al Che.
Que los santos, los héroes nacionales y universales
¡y hasta Maradona!
No se hicieron yendo a misa,
Pretendiendo ser buenos y merecedores de admiración,
¡Sino siendo valientes!
Que nadie mata un ideal si no teme por sus consecuencias,
Que nadie mata la vida, si no le teme a la muerte.
Por favor, que me enseñen a recurrir a la fe,
Y así no tener que acudir a una careta para sonreír,
A una película para llorar,
Una clase de alguna teoría para reflexionar,
Una caminadora para caminar,
La perfección para la voluntad,
Un buen orador para creer en algo,
Un espacio cibernético para expresarme,
Una orquesta sinfónica para disfrutar los sonidos,
O una pantalla para mirar, una explosión de sabores para poder degustar,
ni un felpudo para tocar.
Que me muestren luz en la oscuridad
Así no tendré que aferrarme
A ninguna especie de adicción para poder soñar.